Durante y después de la pandemia los vínculos humanos se vieron vulnerados en diferentes niveles, las relaciones interpersonales y el trabajo individual con las emociones se vio afectado de manera tangible, al punto que los casos de ansiedad y depresión aumentaron tanto en la población universitaria, costarricense y global. Estos efectos aún hoy son palpables, las formas de vínculo humano han sido modificadas por la inminente interdependencia de nuestros sistemas productivos, económicos y sociales. 

Del mismo modo, a partir de la experiencia de la pandemia se evidenció la importancia del cuerpo, la presencia y el encuentro para el ser humano, materia fundamental de estudio y práctica de las artes. Diferentes autores concuerdan con este punto de vista, rescatando la pertinencia de nuevas construcciones teóricas y prácticas vitales, debido a las trasformaciones sociales en torno al consumo y sus lógicas. Las implicaciones de realizar un Congreso donde las Artes y las Humanidades sean protagonistas implica reconocer que  algunas modalidades de conocimiento calzan mejor que otras al pensar y escribir sobre ciertas prácticas. Las posibilidades de conocer con todo el cuerpo, sugeridas por el abordaje háptico, son correspondiente con muchas de las metodologías de investigación de las Artes y las Humanidades, por lo que proyectan desafíos importantes para diferentes espacios del saber. En la actualidad, después de la experiencia colectiva del claustro como apocope del individualismo parece importante ampliar nuestras perspectivas sobre la epistemología, pues existe una gran gamma de conocimiento que se desprende de formas no científicas o lógicas para comprender nuestra vivencia del mundo. 

En este sentido, parece que las artes y las humanidades, en los espacios académicos, quedaron convocadas a visibilizar su gran aporte a la sociedad para continuar generando espacios de reflexión y creación de los vínculos humanos que dan sentido a nuestro quehacer y a nuestras vidas. Es por ello, de principal importancia para el Congreso que aquí se propone el cuestionamiento por la educación artística y el papel fundamental del Arte y las Humanidades en la construcción de respuestas novedosas y sensibles a los problemas y contextos complejos e inciertos que vivimos en la actualidad. 

Queremos construir nuestra reflexión académica a partir de los vínculos humanos para pensar en nuestras vulnerabilidades. En reconocerlas reside nuestra fuerza como humanidad para manejar con amplitud (de criterios y formas) la incertidumbre que es principal característica de nuestros modelos vitales actuales (políticos, económicos, etc.). El reconocimiento de nuestras vulnerabilidades y el trabajo sobre el vínculo humano parecen ser una labor ética de épicas proporciones a la que el Congreso aquí formulado pretende contribuir. 

Al mismo tiempo, ante la disolución del sujeto en la masa, la calidad de vida casi como un mito posmoderno, el entusiasmo zafriano como nutriente de un individuo maquínico frente a las necesidades del sistema económico imperante, consideramos que la educación humanista debe responder de forma crítica, apoyando procesos de validación de los diferentes lugares de enunciación y vivencia de los discursos culturales que nos atraviesan. 

Entonces, este Congreso valorará el trabajo con los derechos culturales y el acceso al arte, la exposición de la diversidad artística y sus saberes desde el humanismo, así como las reflexiones desde las humanidades sobre el potencial trasformador del ser humano y el Arte, por lo que se considera pertinente en este momento paradigmático que vivimos como sociedad. 

Les invitamos a participar de esta fiesta con la alegría como consigna y la relación entre las artes y el humanismo como punto de encuentro.